Hay muchas Buenos Aires, pero si algo distingue a esta ciudad son sus cafés y librerías. Es un arte tomar un café, charlar, mirar, leer un libro. Hoy llueve con intensidad, momento ideal para dar un paseo por algunos de sus símbolos. La librería del Colegio es la más antigua; el Tortoni, un clásico donde se reunían desde 1920 intérpretes y compositores de tango, poetas y escritores.
Eterna Cadencia, cuyo nombre ya es un poema, en Palermo. El Chile, en San Telmo. El Café Británico, al lado de la plaza Lezama, origen de la ciudad y donde Ernesto Sábato se sentaba a escribir " Sobre Héroes y Tumbas".
Una noche tuve la fortuna de poder ir a escuchar en el Teatro Maipo a Leopoldo Federico, un histórico de la orquesta típica de tango, un maestro del bandoneón. Se cumplían 55 años de su formación y por allí pasaron amigos suyos inmensos, como José Colángelo.
Si vienes a Buenos Aires, no te pierdas una porción de torta, tarta dulce en Argentina, en Florencio, en La Isla, las mejores que he probado. Un vistazo a "La Biela" o "Las Violetas", nada turístico y con un servicio de té con el que comes para tres días.
Con Leopoldo Federico también estuve esa noche memorable otro grande de la música argentina: Atilo Stampone.
No puedo olvidarme de "El Ateneo", una muestra de cómo se pueden recuperar los teatros y dárles otro uso. Toma nota España. De la Libros del Pasaje. De algunos detalles coquetos.
La Cumparsita es la pieza con la se terminan las Milongas, un aviso para los bailarines de que se terminó la fiesta.
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