jueves, 12 de mayo de 2016

CAROLINA DEL SUR, UN MUNDO



           Millones de gracias, Charo, por acogerme de nuevo en tu casa. Es una gozada. Como lo fue el viaje del año pasado a Carolina del Sur, guardado hasta ahora en el tintero y al que voy a sacar a pasear. Unos excelentes amigos me propusieron ir desde Princeton hasta Myrtle Beach en coche. No lo dudé un segundo. La emoción se contagia. Un viaje que iba a ser breve se convirtió, por obra y gracia de su generosidad y ajustes de agenda, en más de una semana. No te voy a marear con rutas y caminos. Al grano.Cape Charles, Virginia.




            Para llegar hasta Carolina del Sur desde Princeton, hay que atravesar cinco estados, la mejor manera de ver con tranquilidad las diferencias entre el norte y el sur de Estados Unidos, desconocidas incluso para muchos norteamericanos, como nos comentó en Brookgreen Gardens un maestro jubilado. Uno de los momentos mágicos fue atravesar al atardecer el Chesapeake Bay Brigde, que enlaza el este y oeste de Maryland. Casi siete kilómetros de estructura de acero sobre el mar, con un tramo subterráneo, y en ambos lados agua y más agua. Al final, un embarcadero lleno de pescadores.



             En Carolina del Norte paramos en Kitty Hawk, lugar elegido en 1.900 por los hermanos Wilbur y Orville Wright, para experimentar con planeadores. Soplan vientos constantes y en una sola dirección. En 1902, después de muchos tortazos, lograron volar doce segundos, pero sólo tres años después, 1905, su aparato voló 39 kilómetros en cuarenta minutos. Fueron, para la aviación, unos necesarios e imprescindibles "locos" pioneros. 





           Estamos ya en Duncan Dok, en los Outer Banks, cuyo recorrido total dejamos para otra ocasión. Son una maravilla, grandes franjas de dunas conectadas entre ellas por embarcaciones sin horarios fijos. Si te quieres perder, hazlo ahí.  
     

            De Carolina del Sur destaco dos puntos: Georgetown y Brookgreen Gardens, además de la magnífica y larguísima playa de Myrtle Beach.




 

              La historia de Brookgreen Gardens nos enseña cómo era la vida en esta zona hace ¿600, 400, 300 años? Y los cambios que se han producido, aunque quede mucho camino por andar. Territorio de los indios Waccamaw, en 1700, Joshua John Ward, el mayor propietario de esclavos de América del Norte, se hizo con cuatro plantaciones de arroz en lo que hoy es un espacio para la contemplación, el recreo y el recuerdo.





              


            De un día para otro, suele suceder en este país, unos multimillonarios, Anna Hyatt y Archer Milton Huntington, se enamoraron del lugar, lo compraron y crearon el primer jardín de esculturas al aire libre de EEUU. Lo fundaron en 1931 y fue declarado Monumento de Interés Nacional en 1992. Navegar por el río, saltar en una camioneta por zonas medio salvajes, adentrarte en los jardines, contemplar la vegetación, las esculturas con el sonido del agua de fondo, es una auténtica delicia.











   
   
   

2 comentarios:

charoj dijo...

Muy logrado!

Maria dijo...

Maravilloso Tana!!!!😘😘