Veníamos Charo, Alicia, una amiga chilena, y yo de cenar en un lugar típico de aquí: Jo Jo's, con éste ambientazo, a tope.
Alicia, buena amiga de Charo, nos ha contado después, mientras tomábamos café, algunos detalles de su historia. Apasionante. Vivió, trabajaba en el Ministerio de Educación, la época de Salvador Allende. Vió cómo a pocos metros las bombas caían sobre el Palacio de la Moneda. Logró salir ilesa con unas compañeras de trabajo porque se les ocurrió ondear unas toallas blancas. Se subieron a un camión para huir de Santiago de Chile y cuando se iba a sentar el conductor le dijo:" ni se te ocurra". Su asiento era un montón de granadas. Siguió adelante en la época de Pinochet, pero como ha dicho "yo ni con unos ni con otros, por el centro". Y luego empezó a viajar hasta terminar en Princeton. Aquí estamos las dos.
Texturas humanas y ahora sabores muy variados.
Los parques de Princeton son estos días puro olor a jazmín. Ha dejado de llover, subido las temperaturas, la humedad me hace sudar y sudar. No importa, cruzas un parque, un jardín y el aroma de los jazmines me detiene e inhalo, inhalo para retener ese aroma en la memoria.
Ya sé que son lilas y madreselvas del jardín de la casa de Charo, es que cuando me topo con el perfume del jazmín sólo pienso en respirar, me olvido de las fotos y hago click aquí.
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