Todavía estoy un poco commocionada por la muerte de Steve Jobs. Es la única noticia de las últimas semanas que me ha hecho levantar de la silla y anunciarla. Todos sabíamos que estaba mal, pero yo confiaba en que podría superar su enfermedad. Empecé a interesarme más a fondo por su vida hace unos años, cuando una amiga me recomendó que escucháse sus conferencias en algunas universidades americanas. Siempre decía alguna frase que se me quedaba grabada. Hijo adoptado, su padre biológico era sirio; mal estudiante; cercano en sus palabras, inaccesible en su privacidad y ¡tan brillante y visionario! que hoy ha recibido,incluso de sus adversarios, múltiples elogios, entre ellos los de Obama quien ha dicho: “ fue lo suficientemente valiente como para pensar de manera diferente, lo suficientemente audaz para creer que podría cambiar el mundo y con talento suficiente para hacerlo". Así que vamos a celebrar una vida fructífera y a imaginarlo paseando por la orilla del canal.
La vida continúa. The Princeton Area Community Foundation celebró ayer por todo lo alto sus 20 años de vida. Lo hizo en un country club con asistencia de unas 200 personas: amigos, colaboradores, donantes, bajo el lema "promoting philantrophy to advance the well-being of our communities". En esta ocasión me dediqué a disfrutar y ver lo bien que aprovechan los norteamericanos éstas fiestas, para mantenerse en contacto y muy integrados.
Las vistas eran preciosas y el buffet (no confundir con Warren Buffett) muy apetitoso.
De allí nos fuímos a casa de Isabel, a celebrar su cumpleaños. Había preparado una cena del 10.
Sopló una vela, llegó una de sus hijas y se le veía muy feliz.
Y hoy por la mañana, largo paseo con Lotti por la orilla del canal, viendo árboles cuasi otoñales, remeros, gansos, casas. ¿Cómo no celebrar la vida?
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