Lo primero dar la bienvenida al mundo al bebé de Paloma, a quien viste embarazadísima enseñándome con todo detalle el campus de la Universidad de Princeton durante mi anterior visita. Ayer comimos ella, su bebé, una amiga de Boston, Diana, que por lo que contó donde menos está es en Boston, Charo y la que escribe. El bebé se portó estupendamente.
Lo segundo. Entre tanta actividad, he tenido tiempo de ir a ver en un cine de New Brunswick la retransmisión en directo desde el MET de la ópera Ana Bolena. La soprano rusa Anna Netrebko interpreta y pone voz de dioses a la segunda esposa, decapitada, de Enrique VIII, el que se separó del Papa de Roma; según la versión oficial para poder tener hijos varones; según mi versión, para hacer lo que le diese la gana. Su primera y desdichada esposa fue Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos. Netrebko es, ahora, una de las mejores sopranos y la niña bonita del MET.
Tercero. Los paseos por el otoño de éstas tierras. Te encuentras con ciclistas, personas paseando perros ( y no dejan ningún residuo), trozos de historia, imágenes que te obligan a detenerte.
Y cuando te paras en un pueblecito, entras en un café para comprar un picnic y poder darte el gustazo en el intermedio de la ópera, se te ocurre ir al cuarto de baño y te encuentras con una composición floral preciosa. Puedes pensar que es una cursilada, da igual, me encantó.
La vida, cada segundo, cada minuto, aunque llueva todo el día como hoy, aunque tengamos altibajos, la tenemos a nuestro alcance en toda su plenitud mientras podamos y si queremos.
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